Desde
ABC, 27/07/2020
Se dispara el abandono de mascotas tras el final del
confinamiento
Durante el estado de
alarma la compra online de perros aumentó un 50%, pero tras la desescalada
nadie los quiere
Me pasaron unas gilipolleces,
sin perdón, que no declaraciones de una pasmá del PACMA: uno ha vivido
mucho, quizá demasiado, pero la vida te depara más sorpresas: nunca había oído
tal cúmulo de memeces y mentiras sobre la caza y los perros: nunca.
Esto viene al hilo de
la noticia que arriba el titular recoge y los comentarios de una tal Anna Mulà (si el acento la salva,
el apellido armoniza con el oficio: abogada especialista en derecho animal
y portavoz del Instituto de Políticas Públicas de Protección Animal, ¡casi na
lo del ojo!). Declara que: «Los animales de personas fallecidas que no han
tenido una respuesta adecuada por familiares o amigos cercanos han tenido un
destino poco adecuado como puede ser el abandono»: ¿me río o me echo a llorar?
Si el Gobierno impío no
ha contado nuestros muertos, si no sabemos cuántos son… Si nuestros mayores han
muerto solos y abandonados en una residencia. Si hay aún cadáveres que no han
sido requeridos por nadie, que aún permanecen en las morgues de Madrid (medio
centenar se dijo). Ante esta lógica ola de impiedad y desprecio por nuestros
mayores… ¡¡cómo se va tener compasión por unas mascotas que se adoptaron con
fines espurios y torticeros!! Nada me asombra. Quien no es fiel en lo más
valioso… ¿¡lo va a ser con aquello que vale menos!?
Los vicios como las
virtudes viven arraigados en nuestro yo y actúan de continuo en todo momento. Así,
el sincero lo es por norma con todos y en todo: no es desleal, no engaña… ni en
lo grande ni en lo pequeño… sencillamente no miente. ¿Cree usted que si no
cuidamos a las personas cuidaremos a las mascotas?
No, no hemos sido los
desalmados cazadores… No somos nosotros quienes abandonamos perros...
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