Querido charlie:
Tú menos que yo y yo menos que
tú… no somos de andar en las redes husmeando y viendo dónde huele a podre. Lo
nuestro es la studiositas que no la curiositas, que dejamos para otros, sin
calificar hoy.
Me llega por un amigo que en no
sé dónde, pero en las redes, se anda diciendo que quieren, que desean, que
anhelan (no me extrañaría que se lo pidieran a Dios por medio de nuestra señora
la virgen del Desprecio, patrona de Martín Muñoz de las Posadas) que se mueran
los mellizos de Irene Montero y Pablo Iglesias… Esto es España. La sombra de
Caín no deja de vagar por estos páramos de la envidia, el rencor y la maldad…
No conozco a nadie que desee tal, antes al contrario sé de personas que, desde
el momento en que supieron del parto adelantado y del riesgo de los bebés,
rezaron por los niños y sus padres para que Dios les dé todo su amparo…, a
pesar de que los papás de las criaturas no sean de su cuerda política,
ideológica, etc. Me sumo a este grupo: rezo por los hijos de esta pareja,
Manuel y Leo, y rezo por sus padres para que Dios les otorgue los arrestos
interiores para salir adelante en este trance indeseable para nadie…, y que
disfruten del casoplón que mamá y papá han dispuesto para que los bebés, cuando
dejen de serlo, paseen por la sierra madrileña, y se bañen y tomen el sol y ya
que están cerca de la finca de José Tomás, que vean al torero, si les apetece,
que yo no tengo interés… A ver.
Supongo que desde un punto de
vista sociológico, estos que desean la muerte de los niños para dañar a sus
papás, son aquellos que matan a sus hijos para dañar a sus esposas; los que
secuestran a sus propios hijos para hacer daño a sus parejas; aquellos que se
burlan y se ríen y se imaginan a Urdangarín en el jaulón del talego durante
cinco años y piensan que “Se joda, por gilipollas y listillo”, y disfrutan
viendo a su esposa arrastrando su tristeza por las calles suizas, ¡qué alegría
ver cómo sufre el prójimo! ¡Cuantísimo consuelo para nuestras penas! “Mal de
muchos, consuelo de tontos”, pero, al fin y al cabo, consuelo… ¡¡de mala gente
que va apestando la tierra!! Estos pensamientos más que tóxicos, venenosos, no
se crean, nacen de la misma cepa donde brota el odio de quienes desean que el
condenado muera, no que mejore, que se convierta en persona… Efectivamente:
Todos a la cárcel, y de esta al garrote… A los de la manada, nada de garrote:
que se los corten sin anestesia… ¡Qué alegría, si se murieran! ¡Mal dolor les
dé en los ojos que se les esparrabe
la vista! Por supuesto, señorita, si piensa dar el doble a mi enemigo de lo que
me piensa dar a mí… ¡ni lo dudo!: sáqueme usted un ojo…
Los ojos siempre turbios de envidia o de
tristeza,
guarda su presa y llora la que el vecino
alcanza;
ni para su infortunio ni goza su
riqueza;
le hieren y acongojan fortuna y
malandanza.
Ya ves, charlie, tú lo sabes,
Machado: más de un siglo… y aún “cruza
errante la sombra de Caín”.
Tucho Castelo.
muy buena entrada, siiiiiiiiiiii
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