He
olvidado de dónde saqué varios libros de Simenon, es decir, por qué los
adquirí. Quizá esté en los comentarios de obras anteriores que hice de este
mismo autor y de obras semejantes, entiendo, de la misma editorial…
La
que ahora comento… Cuento algo de su argumento… Joseph Timar, un chico bien, de
origen francés, llega a Libreville con intención de labrarse un porvenir.
Cuenta con el cobijo del apellido y con su tío político. En la capital de Gabón
hace gestiones para alcanzar su meta, pero se tropieza (hoy día diríamos que se enrolla) en el ambiente haragán de la
ciudad, pero sobre todo con Adèle, la esposa de un moribundo, que a todos los
poderosos del lugar, o recién llegados, admite en su cama, siempre generosa y
abierta. En el hotel que poseen Adèle y su marido agonizante aparece asesinado
un negro que trabajaba para ellos. El asesino no es hallado, aunque todos saben
quién es. Muerto el esposo de ella, el joven Timar se marcha con Adèle a la
selva para ocupar una concesión que consiguen en ella…
La
novela no me ha gustado, aunque me ha entretenido. Por momentos pensaba que
Simenon conocía el ambiente y, en otros, me daba la sensación de que era un
mero baño de realidad con aditamentos de lecturas sobre el lugar y una bien
dispuesta imaginación. Lo ignoro. Me molesta, desde casi empecé a ser lector,
no conocer los contextos de las obras, los autores porque creo que dispongo de
menos información (mi amigo José Manuel Tapia opina que esto de clasificar y poner
en relación… es muy español: lo ignoro, él sabrá; a mí me parece muy del
conocer humano).
No
logro asociar esta novela a ninguna obra concreta que haya leído antes, sin
embargo me suscita sensaciones parecidas a las que he leído de autores
sudamericanos que recrean el ambiente tórrido, caluroso, pegajoso… de las zonas
del ecuador y los trópicos. No atino a dar con ningún título ni ningún nombre y
con seguridad, aunque una y otra vez me vienen los de Bajo el volcán, de Malcom Lowry, El poder y la gloria… He escrito autores sudamericanos y no doy con
ninguno, quizá Rulfo, Azuela... Los blancos ricos o menos, pero dedicados a lo
suyo, sobreviven como náufragos en un ambiente y una circunstancia que nada
tiene que ver, parece, con sus vidas y las de los indígenas que los rodean
(negros en este caso). La superioridad es desproporcionada: hasta poder matar a
un negro impunemente, entre el silencio de unos y otros. La relación, de cuasi
esclavitud. Sería interesante contar cuántas veces se habla de consumir alcohol
en la obra: tomar güisqui, pernod, calvados…, siempre en exceso, en todo
encuentro, en toda relación, en todo momento y siempre con un efecto que ayuda
a desvaír aún más una realidad ya de suyo densa, casi opaca, donde las
relaciones entre unos y otros son pastosas, equívocas, interesadas…
Escribí
arriba entretenida porque en ningún
caso el argumento llega a tener momentos climáticos tensos, ni el ritmo
narrativo es especialmente ágil. Todo parece estar impregnado de esa misma
lentitud de la que vengo hablando. Ni siquiera queda claro el peso de la causa
por la que el negro es asesinado, aunque sí hay, si se desea así ver, una
crítica al poder local establecido, a su incuria, a su dejadez absoluta… ¿Se
critica a quienes viven en las colonias y su molicie? Lo ignoro. ¿Era la
finalidad de la novela llevar al lector hacia la somnolencia de un mundo
exótico? Lo ignoro.
Olvidé
por qué adquirí esta obra de Simenon, insisto, y no estoy seguro de haber
acertado con alguna de las buenas de este autor. Otra vez será. A seguir
barajando…
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