Ignoro de dónde arranca
mi afición lectora de biografías. Desde que tengo uso de lectura continua, me
ha gustado, por norma, no leer a un autor de quien no supiera nada: supongo que
es una manía. Me gusta situarlo, comprenderlo en su contexto, en su
circunstancia y creo, ¡al menos eso creo!, que esto me ayuda a asentar mejor la
lectura de su obra.
Me dice un señor con
quien he hablado poquísimo, marido de una amiga, ambos profesores de inglés…
que si no conocía a Jack Kerouac, “autor de la generación perdida”. Me quedo
suspenso porque creía conocer a todos los autores de esa generación americana
así bautizada por Gertrude Stein, la escritora, coleccionista rica y estrambótica
y excéntrica americana. “Tienes que leer a Kerouac”.
Investigo un poquito
azuzado y animado por la confianza que tenía en ese señor que me hablaba y pido,
atolondradamente, una biografía de segunda mano escrita por Silvester Wish, Jack
Kerouac, que cuando la recibo me recuerda a las novelas de quiosco de
prensa de los años 70. El título se completa con un subtítulo: Biografía de
una generación. Cierto que la presencia de las personas o los libros no lo
dicen todo de ellos, pero en este caso no me equivoqué por desgracia. La biografía
es pésima y me da la sensación de que sigue grosso modo On the Road,
la obra de Kerouac, autor de la generación beat.
Sin apenas datos
concretos, montada sobre muchas generalidades, pocas fechas… el lector sigue
las extravagancias de un tipo insolidario, egoísta, vicioso, perezoso, poliadicto
a todo tipo de drogas, que se relaciona con tipos de semejante calaña, que va y
viene, que sube y baja, siempre sin un dólar en el bolsillo, viviendo de gañote,
del trabajo de su madre, en casa de su hermana y su cuñado, de los amigos… y que,
en medio de eso tiene múltiples relaciones con chicas, que se casa de forma
irresponsable, que se separa sin más… y que, sin embargo, no se besa porque no
se llega, es decir: un tipo que va de escritor genial, a veces retraído y tímido,
en ocasiones extravertido. Viaja a dedo por los USA…
Sinceramente alguien
así no me resulta atractivo por muy genial que posiblemente su obra sea. Sigo
pensando con Platón que el bien y la bondad van de la mano y si Platón no tenía
razón ni yo tampoco, reconozco mi rechazo a una persona con ese perfil y sus
obras, dado el tiempo que de vida pueda quedarme, no me interesan porque hay
otras muchas que sé positivamente de su calidad y quizá no me dé tiempo a
leerlas… Pongo las de Kerouac en la cola de mis lecturas y que sea paciente y
Dios lo tenga en el Cielo.
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