La gente distinta produce miedo. Y si no miedo,
temor. El individuo que espera con nosotros en la puerta de la consulta, ese
que hace gestos inverosímiles, que tiene miradas bizqueantes… no quisiéramos
haber coincidido con él. Esa niña que babea y tiene la mirada perdida, es
decir, esa que en realidad no mira a nadie: esa persona que, hablando con
nosotros, vive en otro mundo, en su mundo, en otro planeta… nos inquieta, nos
produce rechazo con su mirada perdida.
Hay anormales científicos, anormales
académicos, anormales morales… que también, por distintos, nos dan repelús. Ese
tipo tan inteligente, tan capaz, tan resolutivo… que nos parece, y así lo
pensamos, un “chulo”, pero no se nos ocurre que su extravagancia se debe a sus
capacidad y esfuezo y que nuestra miserable envidia necesita reducirlo,
sujetarlo y ponerlo en nuestra deleznable colección entomológica como un bicho
raro. Tenerlo pinchado, ahí quieto para poderlo contemplar a nuestro sabor…
¡sin conocerlo, sin haber hablado apenas con él, nuestro conocimiento es de
oídas!... nos calma.
Leo este titular y se me antoja pensar que “a
dónde irá este andóbal, en vez de estarse quietecito en su casa, ayudar a sus
hijos con sus nietos… Ganas de complicarse”. Pues ea, quizá sea eso justamente.
Se va a complicar la vida por usted y por mí. Sí, va a dar un paso adelante
para servir. Y, ¡ay amigo mío!, eso no está de moda -¿lo habrá estado alguna
vez?- y nos sorprende con el paso cambiado.
Cuando escuchamos o leímos el hecho del chico
joven que se acercó a Jesús y le dijo que quería averiguar qué debía de hacer
(andaba tras la búsqueda de un maestro, como tantos) para alcanzar la vida
eterna y Jesús le enumera una serie de preceptos que el joven dice haber
cumplido… Hace años escribí una historia sobre este hecho, y me imaginaba la
mirada atractivísima del Maestro -a otros les dijo ven y sígueme y obtuvo el
seguimiento-, pero a este chico se le arrugó el ombligo del primer impulso generoso:
no quería deshacerse de su moto, de su coche, de sus viajes, del disfrute de
sus fiestas de risas, copas y sexo… Tenía taco y papá mucha pasta, estaba sano,
tenía un futuro que lo pensaba suyo, solo suyo, solo para él y lo que él
dispusiera… ¿Qué pensaría tras lo que le dijo Jesús? “Menuda leche de maestro,
me quiere buscar una ruina y joder la vida… ¡Que no, hombre, que no!”. ¡Y era
Dios mismo hecho hombre, deslumbrante, quien le hablaba, aquel que seducía a
las masas con sus miradas, su amor y sus palabras…!
Este yanqui, padre de cinco hijos ya criados,
que se entrega al sacerdocio se ha pasado de frenada, está claro. ¿Dónde se
cree que va? ¡Esto son cosas de yanquis y más aún desde que el Papa actual es
de allí!
Mas… ¿por qué habrá hecho esto? ¿Será que no
está loco? ¿Será que este está dispuesto a dar todo lo que tiene, mucho o poco,
y se ha levantado como el ciego cuando Jesús lo llamó…? ¡Otro lileta! En fin,
que da miedo moral, infunde respeto moral… y ahí va, camino adelante… ¡y que
Dios le ayuda! Pido por él. No deje usted de hacerlo también.
No hay comentarios:
Publicar un comentario