Que Israel está en guerra no
es una novedad. Lleva en ello, con más o menos elocuencia desde hace décadas.
No son muchos ni el espacio nacional es grande, es por eso que se defienden y
atacan como tigres. No preguntan, no se disculpan, no dan cuenta y razón de lo
que hacen: lo hacen sin más, y lo comprendo. Ojo por ojo y diente por diente:
son judíos.
El mundo árabe, los
musulmanes que rodean a Israel por doquier son muchos y en países inmensos. Hamas
pretende aniquilar a los judíos e imponer en Gaza un estado islámico palestino
lo que es garantía de sufrimiento dictatorial. No cabe duda.
El problema no es de las
armas que van a usar o dejar de usar unos contra otros porque no hay peor arma
ni más letal que el odio inmisericorde. No se trata de fusiles o tanques o aviones…
se trata del odio sin paliativos.
Ambos bandos dicen luchar por
tierras que pertenecen a unos u otros. A estas alturas me temo que ya, camino
de los 75 años de lucha encarnizada da igual. La lucha tiene razones que la
razón no se explica.
Recuerdo que cuando defendí
mi tesis hice un escrito muy medido y oralizado para mi exposición. El director
de la tesis me prohibió que dijera aquello que fue lo primero que dije: ¡cómo
se le ocurrió a él prohibirme algo así, a un tipo como yo! La idea era sobre el
atraso absoluto de las guerras en el deseable progreso humano y la razón que
daba uno de los personajes. Era una cita de Las guerras de nuestros
antepasados, no tengo la obra a mano y no puedo dar el dato exacto, pero
venía a decir que “mientras que los hombres tengan huevos, habrá guerras”. Al
director alemán de mi tesis le debió de parecer una ordinariez semejante
afirmación. A mí, pobre doctorando, me parecía una metáfora indubitable. Los huevos
simbolizaban la soberbia, el odio, la avaricia, la codicia, la vanidad… ¡los
siete pecados capitales elevados a su máximo exponente!
Pues ese es el problema entre
Israel y el mundo árabe, hoy concentrado en la guerra de Gaza. ¿Quién tiene más
huevos? ¿Quién tiene los huevos más grandes? ¿Quién tiene los huevos más duros?
Y no hay ni habrá tregua… mientras de los hombres mane el odio. En realidad,
dan igual los secuestrados, la tierra, los túneles, las armas, las mujeres o
los jóvenes, los caídos, los niños, el hambre, el dolor y el sufrimiento… ¡todo
da igual! Es un problema de huevos… y ese es mal negocio para ser trufado con
la guerra. Dios nos ayude.
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