15 de julio de 2025

06- Djokovic encuentra un rival implacable: «Estás ahí. Quieres jugar. Estás decidido. Pero luego el cuerpo no quiere escuchar»

 



No se llega a ser persona relevante, sobresaliente en algo sin ser inteligente en algún sentido: también listo, que no son lo mismo. Djokovic, que tanto ha guerreado tenísticamente hablando con Nadal y Federer, no es persona que yo conozca. Lo he visto alguna vez jugar, le he leído alguna declaración, pero no sé casi nada sobre él, pero estoy seguro de que es inteligente como lo es Morante el torero o Ronaldo el futbolista o Bill Gates el rico de los ordenadores.

Lo que en esta declaración el tenista manifiesta es una reflexión antiquísima contra el voluntarismo, contra la creencia de que todo lo que queremos lo podemos, una afirmación contra el voluntarismo. No recuerdo, gracias a Dios, cuántos músculos hay que poner en movimiento para levantarse de la cama: si lo supiera, si cayera en ese dato cada mañana… ¡ni me movía! Digo que es antiquísima la idea del serbio porque si fue san Pablo quien, digamos, la divulgó, quien la expresó originalmente fue Ovidio: Video meliora proboque, deteriora sequor. La inteligencia nos muestra lo mejor, aquello que en términos kantianos deberíamos hacer, sin embargo, no lo hacemos. En este caso, según el tenista, “el cuerpo no quiere escuchar”, no hay una armonía entre deberes y deseos y dominios… No, no siempre somos señores de todos los ámbitos humanos propios: la química también cuenta, las virtudes fallan o decaen, el deber al que estamos llamados es desatendido por nuestro cuerpo en ese momento…

Entiendo que Djokovic querría ganar algún torneo, tenía toda la preparación psíquica, toda su atención, su concentración lista…, sin embargo, su cuerpo no ha respondido a su llamada. Santa Teresa también lo cuenta como respuesta de Dios: Cuentan que un día le dijo el Señor a santa Teresa de Jesús: «Teresayo he querido, pero los hombres no han querido». Qué importante la armonía, el equilibrio, la coherencia… en todos los ámbitos, sin embargo, no siempre necesariamente se dan.

No: querer no es poder, como escribí hace muchos años en un libro.  

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