13 de julio de 2025

04- DECLARADAS: Jon Rahm: "He aprendido que hay cosas que no hay que decir en público"


 

¡Ni en privado! “¡Esas cosas no se dicen!”, nos repetían desde que éramos niños. A casi todos les tenían prohibido decir: culo, pito, teta… Y a mí, además, las palabrotas. Durante años, cuando me confesaba, eran pecados míos de plantilla tirar piedras -me encantaba y lo había bien y con puntería- y decir palabrotas. Mi madre se extrañaba de que dijera tantas y tuviera un repertorio tan nutrido, y le preguntaba a Luisi, la tata, “¿Este niño dónde aprende a decir esas palabrotas?”. Mi propósito de la enmienda, con esas “cosas que no hay que decir en público”, era nulo y soltaba un cabrón o un hijoputa más pronto que un misto. La penitencia me la imponían mi madre y Luisi, que no don José Arriaza, el párroco con quien me confesaba y de quien, ¡de sus manos!, recibí la primera comunión. La penitencia a mis “cosas que no hay que decir” consistía en darme con cayena picante en la boca que me ponía la boca hinchada como los labios de un negro… ¡Aquello me ponía de mala leche y mientras me picaba decía jaculatorias arrieras por un tubo!

Esta vez sí sé quién es el decidor de la declarada, el tal Jon Rahm, ese que juega al golf. La gente dice que está gordete, pero también lo están los lanzadores de martillo, y las atletas que tiran la jabalina, y los de peso, ellas y ellas… Será que no incomoda para jugar al golf tener una pancita cervecera… ¡digo yo!, que de eso no sé.



No, señor Rahm, si quiere que algo no se sepa ¡ni lo piense! “Te cuento esto, pero no se lo digas a nadie”: estás jodido, al rato eso dicho es un reguero que saben dos: los españoles y los extranjeros, a ver. Y no: tampoco conviene decir todo aquello que se piensa. Anécdota real:

Hermano de un amigo, entonces su padre era comandante. Venía un nuevo coronel a la unidad y fue invitado con la coronela a tomar un café en casa de mis amigos los comandantes. En esas estaban, poniéndose al día con respecto al cuartel, la unidad, los… y entró el hermanillo de mi amigo y preguntó:

          ¿Este es el hijoputa del coronel nuevo?

Sin comentarios.

La mentira es moneda de cambio por doquier hoy día. Algunos no dicen la verdad ni al médico que los visita en el lecho de muerte. ¿Decir la verdad? Acarrea muchos problemas: doy fe de ello. ¿Ser francos? Mal negocio. No es fácil el equilibrio, ese justo medio del que los clásicos hablaban… “La palabra es plata, y el silencio es oro”, oído… Y de la palabra ociosa se pedirán cuentas… (san Mateo, 12:36-37): "Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio"¡y lo dijo el mismísimo Jesús!, oído. Así que no anda usted lejos del reino de los cielos, señor Rahm, porque en boca cerrada… no entran moscas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario