La historia no está
escrita. Nuestras vidas no están escritas ni predeterminadas. Nuestras vidas y
las de nuestras naciones las hacemos nosotros con nuestras decisiones, con
nuestras elecciones. Viktor E. Frankl rebatía la justificación falaz del
sociologismo, el condicionamiento que anula la libertad. Mucho antes Ortega ya
lo había pensado y escrito. La circunstancia no obliga por norma, pero sí por
norma hay que elegir cómo juego las cartas que me tocaron en suerte y, por
tanto, elijo yo y yo soy el responsable de mis actos ¡o no! Más discutible es,
sin embargo, en mis cortas luces, lo que Ortega afirma aplicando esta teoría a
las naciones: “Todo esto vale también para la vida colectiva. También en ella
hay, primero, un horizonte de posibilidades, y luego, una resolución que elige
y decide el modo efectivo de la existencia colectiva. Esta resolución emana del
carácter que la sociedad tenga, o, lo que es lo mismo, del tipo de hombre
dominante en ella”. El individuo en las democracias occidentales representativas
se puede ver arrollado y arrastrado, por muy minoría selecta que sea, por la
mayoría que corre depravada hacia el despeñadero, considero.
La vida insiste Ortega
es primera y radicalmente biografía, que no biología. Es un craso error,
advierte, pensar en la vida como “el proceso existencial de un alma” o “una
sucesión de reacciones químicas”. Venidos de la vida pasada y forjados en el pasado
necesariamente ha de interesarnos el futuro, indescifrable, hacia el que vamos
y solo descifrable, intuible a la luz de aquello a lo que estamos llamados y
estos momentos de titubeo metafísico, lo llama él, son dramáticos. “No
es que no se deba hacer lo que le dé a uno la gana; es que no se puede hacer
sino lo que cada cual tiene que hacer, tiene que ser […] Podemos perfectamente
desertar de nuestro destino más auténtico; pero es para caer prisioneros en los
pisos inferiores de nuestro destino”, afirma, y añade con resonancias
kantianas: “Envilecimiento, encanallamiento, no es otra cosa que el modo de
vida que le queda al que se ha negado a ser el que tiene que ser. Este su
auténtico ser no muere por eso, sino que se convierte en sombra acusadora, en
fantasma, que le hace sentir constantemente la inferioridad de la existencia
que lleva respecto a la que tenía que llevar. El envilecido es el suicida
superviviente”.
Lo que no es tradición
es plagio, es decir, Ortega no se ocupa de un mundo ni de una realidad recién
estrenada. Es por ello, y me acuerdo de Aristóteles, Ortega escribe que el
contenido de la vida, para él, es hacer.
No me paro a distinguir entre hacer y obrar, sino que para
Ortega tiene especial importancia este hacer, pues es lo que nos ocupa de
continuo, orientados al futuro. De Marías aprendí la expresión vida futuriza:
la vida es una realidad futuriza (creo que lo leí por primera vez en su Antropología
metafísica, libro capital para mí). Vivo hoy, ahora, pero mi vivir se proyecta
como la flecha en un arco tensado hacia una meta posterior, una realidad futura
más o menos inmediata: escribo en este momento, pero no por él y para él, sino
porque después, cuando sea, cuando pueda, quiero hacer partícipes de esto a mis
lectores del blog (?), porque el bien es difusivo, porque estas palabras de
Ortega, de Marías, mías pueden orientar, ayudar, empujar hacia lo mejor a
quienes las leemos y compartimos. Decía Woody Allen, de quien poco he aprendido
porque apenas lo he tratado, que “Me interesa mucho el futuro porque es el
sitio en el que voy a pasar el resto de mi vida”, lo que así dicho es verdad.
La expresión de Marías, vida futuriza, es el redondeo de una idea ya
presente en su querido y admirado maestro.
Llegados a este punto, marca Marías un descanso para preguntarse “¿Cuántos se han enterado de ellos [se refiere a los textos que ha ido citando], han leído la doctrina sociológica y política como algo que emerge de la visión filosófica que en estas páginas se encierra y que es su justificación? No se tenga la menor duda: el que no tiene presente la doctrina que acabo de reunir y recordar no ha leído La rebelión de las masas. Esta introducción quisiera ser una invitación a su lectura íntegra y en serio”. Y da paso a una tercera jornada, que dejo para la entrada siguiente, que es la tercera.
Corregida la duplicación errónea en el texto, don Manuel. Gracias por avisar de la tacha. Un abrazo fuerte,
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