A quienes están en las listas de
mis correos electrónicos.
A
quienes estáis en mi lista de whatsapp y de teléfono.
A
quienes estáis próximos en mi vida y a quienes lo estuvieron un día y ya están
donde Dios ha dispuesto.
A
todos… a todo corazón: que la Sagrada Familia os dé cobijo.
De nada demasiado, de
nada en exceso, decía algún avispado de Delfos al que llamaron sabio… In
medio virtus, que tan mal se interpreta, lo afirmaba el no menos
espabilado de Aristóteles y viene a ser lo mismo que lo antedicho.
Los memoriones, quienes han
vivido mucho, se acuerdan de que la Navidad tiene un trasfondo pagano que nada
tiene que ver con Cristo. Les conviene ser beligerantes contra quien, para
ellos, no existe, y contra la religión que les importa un bledo, pero contra la
que no paran de batallar. Esos memoriones y sus corifeos luchan contra su
memoria y contra la nada y se afanan por convertirnos al dogma de la quimera y el
simulacro. El Dios contra el que luchan sin creer en su existencia les dé la paz
que no tienen y anhelan, la felicidad que buscan y no hallan.
La Navidad… entre todos, con
efusión de gozo, a base de buenas intenciones, abusando de esa actitud que la
RAE admite que denominemos buenismo… se
ha convertido en una melcocha de naderías:
hemos dejando que las raposas entren en la viña, que se coman unas uvas,
¡pobrecitas!, que se coman un racimo, ¡tienen tanta hambre!, que no vamos a ser
como los demás…, etc. y han terminado por diezmar la viña y convertir la
fiesta, el nacimiento de Dios hecho Hombre, ¡eso es lo que se festejaba!, en concursos
de belenes y villancicos, en un limosneo de cenas para indigentes, en un
hartazgo hasta el vómito de epulones, en belencitos con muñequillos
irreverentes la mar de simpáticos y repelentes por su mal gusto… ¿¡y qué
importa!? Por la mano se llevaron las uvas, los racimos, la viña, al viñador ¡y
al sursuncorda! entre nuestras bromas y nuestras risotadas… y nuestra
indiferencia, nuestra ignorancia, una acedia que da bascas, una solidaridad que
en nada se concreta, la abulia… y el consumismo nos devolvió al principio… Una
fiesta pagana donde demostrar amor es gastar dinero y regalar, donde amarnos
los unos a los otros se transforma en hartazgos de besugos, cigalas, imbéciles
y demás peces de este mar narcotizado, la mar de rico en vaciedad…
DE NADA DEMASIADO… Sí, hemos banalizado el hecho más trascendente
de la historia de la Humanidad…: que un día un niño como los demás era el Niño
Dios, que ese Niño junto a una muchacha virgen, su Madre y la mía, que es la
Virgen, junto a un hombretón recio, san José, mi padre y señor, dieron su ser todo
en su humilde pobreza para que yo hoy pueda desearles solo, solo esto, que
escuchen, si saben, si pueden, al Niño y se alejen del ruido: músicas,
risotadas… donde posiblemente no esté Dios ni los pastores susurrando por lo
bajo para no despertar al Niño que todo lo sabe, que todo lo puede… Que él nos
bendiga.
¡Feliz Navidad, artista!
ResponderEliminarNada k decir a una felicitación tan espléndida y única lo q define a un tipo excepcional
ResponderEliminar¡Feliz Navidad Don Antonio, que todos sus deseos se hagan realidad!
ResponderEliminarFeliz Navidad y que se vaya 2017 ya!
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