Uno no es que lo sepa todo, Dios lo libra, pero lleva más de tres décadas corrigiendo composiciones escritas, cuentos, narraciones o redacciones, también llamadas…, de adolescentes y cree tener cierta capacidad a la hora de enjuiciar lo que se le pone delante. Hago estos días de jurado para un concurso.
La gran dificultad de los chicos a la hora de redactar un cuento, en contra de
lo que muchos puedan pensar no se halla en la ortografía ni en los aspectos
formales: casi todos los chicos saben cómo manejar, mal que bien, los signos
prosódicos. Es cierto que abusan del punto y seguido; y algunos proceden en
largos párrafos densos y enrevesados. Saben usar los guiones explicativos en
una conversación, los guiones de diálogo… La gran dificultad la hallamos
siempre en la estructura del texto. Falta paciencia en el desarrollo y el
argumento se precipita renglón abajo cargado de ansiedad… hacia un final que se
les escapa: pretende ser sorprendente y prodigioso, pero… ¡se les escapa! No
hay forma de acompasarlo. Las causas apenas planteadas producen efectos
desproporcionados. El verbo, el elemento activo de la oración, es el más abundante:
los personajes no reposan: van, vienen, suben, hacen, deshacen, luchan, corren,
hablan… ¡un no parar ni dejar parar! El lector es llevado a matacaballo por
argumentos más o menos simples, más o menos débiles, hacia un final
precipitado… y abismal.
Lo escrito en el párrafo anterior ha sido norma siempre, desde que yo empezara
el intento de enseñar a escribir a mis alumnos una hora a la semana: la
estructura de las narraciones, el orden expositivo, es lábil, camina por los
oscuros vericuetos de las mentes infantiles o adolescentes siguiendo unas
pautas inesperadas, insospechables; mas hay gran novedad: Todos los cuentos que
corrijo en esta ocasión, en el concurso, tienen un trazado fantástico, un
contenido mágico, lejanísimo para mí…, fantasmagóricos los textos que leo.
Pregunto entre alumnos de distintos cursos: “Los que leemos…, pues eso es lo
que leemos. Los que no leemos, esa es el estilo de las series que vemos en
Internet”. Y se pueblan los cuentos de hadas buenas y malas, de ángeles, de
demonios, de vampiros, de seres malísimos o buenísimos (sin consistencia
ninguna, caprichosos, increíbles, personajes que no se tienen en pie,
superficiales…, personajes más que nunca de mentirijilla: malvados que hacen un
mal que no daña o un bien etéreo que a casi nadie beneficia), de perros y
conejos habladores, de bosques oscurísimos, donde hallamos hermosas y
tenebrosas figuras, plantas inconcebibles…; abundan las piedras mágicas con
insospechadas propiedades capaces de salvar reyes y reinas, ¡con sus reinos al
completo!, aunque sus reinos sean de moscas, de mariposas o de seres
“difícilmente descriptibles”… ¡Ni un cuento, ni uno, tiene el más mínimo tinte
realista! Nada de nada… Ni un personaje, ni una situación, ni un argumento… ¡no
hay soluciones imposibles donde hay un anillo salvador! En fin: todo es
posible, todo tiene remedio, incluida la muerte misma de quien sea… solo falta
el beso salvador, la presencia pertinente de la amada o el mago… Se ve qué es
lo que hay.
¿Alguna conclusión? ¿Alguna opinión o juicio con cierto fuste?
Personalmente
me resulta admirable todo esto. Me he pasado la vida con ellos. Empecé cuando
tenía 20 y aún sigo con los 55… y se me escapan entre los dedos, bendito sea
Dios: no son idénticos unos a otros, no son uniformes, son únicos y pueden
escribir narraciones igualmente únicas… y no dejo de animarlos a que lo sigan
haciendo… incluso contra la realidad más cruel, que es la que le presentamos,
tantas veces, los mayores. ¡Adelante, sin miedo!
¿Quisiera yo saber en qué mundo viven estos jóvenes? Cada día comprendo menos su mundo y me veo totalmente fuera de lugar. Amigo Antonio José mal ando mi última singladura después de tantos años dedicados a ellos
ResponderEliminarEs precioso que después de tantos años, sigas consiguiendo que ellos tengan el mismo entusiasmo. Enhorabuena.
ResponderEliminarMe alegro de escribirte. He leído el principio de tu artículo, y me parece muy adecuado, y además yo estoy involucrado en la misma tarea, corregir y dar una calificación a redacciones... ¡además en inglés! Si bien es verdad que en cuanto hay un tanto de comunicación en inglés y trasvase de ideas entre el escritor y el lector (yo), ya merece una cierta buena nota, o aprobado al menos. Puedes imaginarte cuántos errores de todo tipo, pero, mira, hay comunicación. Antonio, ánimo con el jurado y corrección de composiciones, que haces buena labor. Un fuerte abrazo desde Granada, con este calor saharaui.
ResponderEliminarHe leído también la última parte de tu artículo: ¡35 años! Felicidades.
ResponderEliminarMi querido Antoniojosé,
ResponderEliminarCasi con toda seguridad, esas composiciones escritas cristalizan lo que habita en la mente de tus jóvenes alumnos. Este hecho es muy interesante pues la escritura, en ocasiones, permite hacerte una idea de dónde tiene la mente, o el corazón, el que escribe. Sin ir más lejos, ayer leía "Vidas sombrías" y uno percibe que la realidad emocional de nuestro amigo D. Pío es muy distinta.
Muy agradecido por tus enseñanzas, aprovecho para mandarte un afectuoso saludo.
Antonio Díaz Negrillo
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios... ¡amables además! Es curioso cuánta expectación e interés convoca la educación; sin embargo, luego, a la hora política de nuestros gobernantes todo es vaciedad de vaciedades... Muchas gracias. Os anuncio que publicaré un comentario sobre la amistad de una alumna de 1º de bachillerato, espero que os agrade... De momento, insisto, permitidme: muchas gracias.
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