1 de octubre de 2014

¡¡¡Alucinante!!!



   Alucino a colores con estos datos, sin perdón. La palabra asombro se me queda estrecha. Por favor, presten atención a este texto. Del libro les hablaré más adelante… ¿Se puede saber qué hacemos?


          “En 2006, Jakob Nielsen, veterano consultor de diseño de páginas web que llevaba estudiando la lectura online desde los noventa, realizó un estudio de movimientos oculares de los usuarios de la Red. Pidió a 232 voluntarios que portaran una pequeña cámara que registraba sus movimientos oculares a medida que leían páginas textuales o examinaban otros contenidos. Nielsen encontró que casi ninguno de los participantes leía el texto en pantalla de manera metódica, línea por línea, como se leen las páginas de un libro impreso. La inmensa mayoría de ellos echaba una rápida ojeada con la que escaneaba la pantalla en un patrón que seguía aproximadamente el trazo de la letra F. Empezaban con un vistazo a las dos o tres primeras líneas del texto. Luego bajaban la vista un tanto para escanear unas líneas más a mitad de pantalla. Por último, dejaban pasear la vista un rato, como un cursor, un poco más abajo, hacia la parte inferior izquierda de la ventana. Este patrón de lectura online se vio confirmado por otro estudio de control del movimiento visual realizado en el Laboratorio de Investigación de Usabilidad de Softwarede la Universidad Estatal de Wichita.
            Como escribió Nielsen al resumir sus conclusiones a sus clientes, «F de fast» [rápido]: así es como los usuarios leen sus preciosos contenidos. En pocos segundos sus ojos se desplazan a velocidades asombrosas por el texto de su página web, según un patrón muy diferente del que ustedes aprendieron en el colegio».Complementariamente a este estudio de movimientos oculares, Nielsen analizó una extensa base de datos sobre el comportamiento de los usuarios de la Red, recopilada por un equipo de investigadores alemanes. Habían monitorizado los ordenadores de veinticinco personas durante un promedio de unas cien horas por persona, de modo que se registró el tiempo que los sujetos invertían en consultar unas cincuenta mil páginas web. Al cribar los datos, Nielsen encontró que a medida que aumentaba el número de palabras por página, aumentaba también el tiempo que un visitante pasaba mirándola, pero no aumentaba tanto. Por cada cien palabras más el internauta medio sólo pasaba 4,4 segundos más examinando la página. Puesto que ni el más competente de los lectores es capaz de leer más de dieciocho palabras en 4,4 segundos, Nielsen dijo a sus clientes: «Cuando se añade verbo a una página, cabe suponer que los clientes leerán el 18 por ciento»; y advirtió: «Probablemente me quede largo». Además, es improbable que los participantes en el estudio pasaran todo el tiempo leyendo; también se dedicarían a mirar fotos, vídeos, anuncios y otros contenidos.

          El análisis de Nielsen corroboraba las conclusiones de los propios investigadores alemanes. Ellos ya habían dicho que la mayoría de las páginas web no se visionaban durante más de diez segundos. Menos de una de cada diez permanecía abierta durante más de dos minutos, sin que ello significara que el usuario la estuviera leyendo todo ese tiempo, pues muy bien podía tener abiertas otras muchas simultáneamente. Los investigadores observaron que «incluso las páginas más novedosas, con información profusa y muchos vínculos, por lo general sólo se visionaban durante un periodo muy efímero». Según ellos, estos resultados confirmaban que «la navegación es una actividad rápidamente interactiva».Estos resultados también reforzaban algo que Nielsen había escrito en 1997, después de su primer estudio de la lectura en pantalla. «¿Cómo leen los usuarios en la Red?», se preguntaba entonces. Su respuesta fue sucinta: «No leen».
 
          Carr, Nicholas, ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? SUPERFICIALES.

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