Alucino a colores con estos datos, sin perdón. La palabra asombro se me queda estrecha. Por
favor, presten atención a este texto. Del libro les hablaré más adelante… ¿Se puede saber qué hacemos?
“En 2006, Jakob
Nielsen, veterano consultor de diseño de páginas web que llevaba estudiando la
lectura online desde los noventa, realizó un estudio de movimientos
oculares de los usuarios de la Red. Pidió a 232 voluntarios que portaran una pequeña cámara que registraba sus movimientos
oculares a medida que leían páginas textuales o examinaban otros contenidos.
Nielsen encontró que casi ninguno de los participantes leía el texto en pantalla
de manera metódica, línea por línea, como se leen las páginas de un libro
impreso. La inmensa mayoría de ellos echaba una rápida ojeada con la que
escaneaba la pantalla en un patrón que seguía aproximadamente el trazo de la letra
F. Empezaban con un vistazo a las dos o tres primeras líneas del texto. Luego
bajaban la vista un tanto para escanear unas líneas más a mitad de pantalla.
Por último, dejaban pasear la vista un rato, como un cursor, un poco más abajo,
hacia la parte inferior izquierda de la ventana. Este patrón de lectura online
se vio confirmado por otro estudio de control del movimiento visual realizado
en el Laboratorio de Investigación de Usabilidad de Softwarede la Universidad
Estatal de Wichita.
Como escribió Nielsen al resumir sus conclusiones a sus clientes, «F
de fast» [rápido]: así es como los usuarios leen sus preciosos contenidos.
En pocos segundos sus ojos se desplazan a velocidades asombrosas por el texto
de su página web, según un patrón muy diferente del que ustedes aprendieron en
el colegio».Complementariamente a este estudio de movimientos oculares, Nielsen
analizó una extensa base de datos sobre el comportamiento de los usuarios de la
Red, recopilada por un equipo de investigadores alemanes. Habían monitorizado
los ordenadores de veinticinco personas durante un promedio de unas cien horas
por persona, de modo que se registró el tiempo que los sujetos invertían en consultar
unas cincuenta mil páginas web. Al cribar los datos, Nielsen encontró que a
medida que aumentaba el número de palabras por página, aumentaba también el
tiempo que un visitante pasaba mirándola, pero no aumentaba tanto. Por cada
cien palabras más el internauta medio sólo pasaba 4,4 segundos más examinando
la página. Puesto que ni el más competente de los lectores es capaz de leer más
de dieciocho palabras en 4,4 segundos, Nielsen dijo a sus clientes: «Cuando se añade verbo a una página, cabe
suponer que los clientes leerán el 18 por ciento»; y advirtió: «Probablemente
me quede largo». Además,
es improbable que los participantes en el estudio pasaran todo el tiempo
leyendo; también se dedicarían a mirar fotos, vídeos, anuncios y otros
contenidos.
El
análisis de Nielsen corroboraba las conclusiones de los propios investigadores
alemanes. Ellos ya habían dicho que la
mayoría de las páginas web no se visionaban durante más de diez segundos.
Menos de una de cada diez permanecía abierta durante más de dos minutos, sin
que ello significara que el usuario la estuviera leyendo todo ese tiempo, pues
muy bien podía tener abiertas otras muchas simultáneamente. Los investigadores observaron
que «incluso las páginas más novedosas, con información profusa y muchos
vínculos, por lo general sólo se visionaban durante un periodo muy efímero». Según
ellos, estos resultados confirmaban que «la navegación es una actividad
rápidamente interactiva».Estos resultados
también reforzaban algo que Nielsen había escrito en 1997, después de su primer
estudio de la lectura en pantalla. «¿Cómo leen los usuarios en la Red?», se
preguntaba entonces. Su respuesta fue sucinta: «No leen».”
Carr,
Nicholas, ¿Qué está haciendo Internet con
nuestras mentes? SUPERFICIALES.
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