Es cierto que
todos los seres humanos somos pecadores, pero de ello no debe deducirse que
todos los seres humanos tengamos voluntad de arrepentimiento. A los
terroristas, psicópatas y dogmáticos varios me remito.
La filosofía es como la religión, o como la política para aquellos que solo creen en suprematismos ideológicos; solo "sirve" a los intereses particularistas de un individuo dependiendo de la clase de persona que éste sea. La filosofía también puede servir a intereses de grupo o de partido ("parte de").
Todos los seres humanos necesitamos justificar nuestra existencia, nuestra razón de ser. Dicha necesidad de justificar nuestras acciones es un imperativo ineludible para los hombres (Zubiri) en tanto así nos insta a ello nuestra inteligencia racional. Somos morales sí o sí, pues no existe ningún ser humano inmoral.
De lo que se tratará, entonces, será de decidir, consensuar o imponer, tanto da, qué moral será la "buena" y cuáles serán las malas.
San Agustín se "salvó a sí mismo", primero autoengañándose (necesidad psicológica mediante) y después necesitando engañar a los demás para justificarse ante sí mismo.
Toda moral nace de la necesidad "personal" de justificar actos. Detrás de todo ideólogo o suprematismo ideológico, religioso o filosófico, subyace una "cuestión personal". Dime cómo eres (determinismo biológico) y cómo han sido tus circunstancias (determinismo ambiental) y te diré qué filosofía, religión o ideología adoptarás como "tuya".
Para mí, Zubiri no fue menos "inmoral" que San Agustín, o que Sócrates. Cada filósofo articula y justifica su pensamiento determinado por su "yo" individual y por sus particulares circunstancias.
La filosofía es como la religión, o como la política para aquellos que solo creen en suprematismos ideológicos; solo "sirve" a los intereses particularistas de un individuo dependiendo de la clase de persona que éste sea. La filosofía también puede servir a intereses de grupo o de partido ("parte de").
Todos los seres humanos necesitamos justificar nuestra existencia, nuestra razón de ser. Dicha necesidad de justificar nuestras acciones es un imperativo ineludible para los hombres (Zubiri) en tanto así nos insta a ello nuestra inteligencia racional. Somos morales sí o sí, pues no existe ningún ser humano inmoral.
De lo que se tratará, entonces, será de decidir, consensuar o imponer, tanto da, qué moral será la "buena" y cuáles serán las malas.
San Agustín se "salvó a sí mismo", primero autoengañándose (necesidad psicológica mediante) y después necesitando engañar a los demás para justificarse ante sí mismo.
Toda moral nace de la necesidad "personal" de justificar actos. Detrás de todo ideólogo o suprematismo ideológico, religioso o filosófico, subyace una "cuestión personal". Dime cómo eres (determinismo biológico) y cómo han sido tus circunstancias (determinismo ambiental) y te diré qué filosofía, religión o ideología adoptarás como "tuya".
Para mí, Zubiri no fue menos "inmoral" que San Agustín, o que Sócrates. Cada filósofo articula y justifica su pensamiento determinado por su "yo" individual y por sus particulares circunstancias.
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