Querido charlie:
Carecer de escala de valores,
ignorar dónde se está de pie, suspender los juicios en mero deseo inactivo,
estar a verlas venir… nunca fue lo mío. Siempre preferí tener una escala de
valores lo más clarita posible, radical y meridiana, desde la que partir, así
como saber qué dirección he querido seguir; no me importa tomar decisiones,
como persona libre que soy: elijo e incluso elijo no elegir a veces… Más que
verlas venir me gusta salirles al paso: no me ha importado nunca. Los problemas
y las crisis no son amables, pero se deben tomar como oportunidades y momentos
de posible cambio a mejor. Cierto que la vida y lo que esta conlleva achucha,
empuja en la bulla, mete empellones, pone zancadillas y da unos puñetazos que
te dejan sin muelas y esos son, muchas veces, bretes inesperados, pero para eso
está el resto: para dar respuesta a todo ello y hacerse responsable de lo
hecho, sucedido, etc.
Vamos a ver si yo me aclaro. Ya
sé que hay tantas varas de medir como personas. Ya sé que cada uno tiene su opinión respetabilísima -¡y un jamón con
chorreras: yo respeto a las personas y no siempre a sus opiniones! De tontos
está el patio hasta la bola-… ¿O es que no va usted a respetar mi opinión? Pues
no, caballero, no: lo que usted afirma es opinión de ignaro en la materia y, ya
ve, no la lleva… Va usted como patinete por rastrojo.
Dicho esto y hasta aquí… añado:
1. No
he leído la sentencia que condena a un grupo, conocido como La manada en Pamplona.
2. Ignoro
por qué si uno afirma que «la muchacha la gozó» es un fascista, machista, franquista, supremacista, filonazi
y no sé cuántas cosas más y, si afirma que «la
muchacha no la gozó» y la creo a ella, soy un buen
ciudadano, alma caritativa, defensor del bien, feminista de pro, un adalid de
la libertad, etc.
3. ¿Usted
cree que los miles de personas, los millones… ¡lo que se quiera!... que han
salido a las calles han leído la sentencia y tienen plena seguridad en lo que
vocean, ¡en un sentido u otro! (aunque más bien en uno solo...) o se han tirado
a la calle influidas, inducidas, instigadas, animadas… por lo que otros voceras
y altoparlantes, medios, personas… han dicho, escrito, gritado, repetido,
entonado, salmodiado?
4. ¿Usted
cree que hay un solo feminismo o
muchos modos de verlo y que solo uno de ellos, monolítico, autoritario,
despótico, dominante, etc. es el verdadero? Hoy, cuando todo es relativo,
parcial, peculiar, etc. ¿no le resulta raro que el feminismo sea una fe única, bajo un mismo dogma, «una unidad de destino en lo universal»?
5. ¿Acaso
no tiene usted la sensación de que a base de repetir las consignas de la
corriente hegemónica, «el feminismo de género», se quiere hacer verdad lo que es mera opinión?
6. Son
principios del credo feminista:
a.
«toda la realidad que nos
rodea es fruto de un orden patriarcal del que la mujeres somos víctimas»;
b.
«todos los hombres son
potenciales agresores, violadores, forzadores de mujeres: solo necesitan la
oportunidad»;
c.
«la sexualidad es masculina y
sirve a los hombres»;
d.
«toda mujer es un ser inactivo sexualmente
violentada por los hombres»;
e.
«el género se construye (no
hay nada biológico)»:
f.
Etcétera, etcétera. Amén.
7. ¿Alguien
se ha preguntado por qué este discurso del feminismo supremacista no es eficaz
y sí solo eficiente? ¿No será acaso que parte de premisas falsas y, por lo
tanto, no alcanza solución ninguna? ¿No piensa que el feminismo se
retroalimenta en sus instituciones, sus fundaciones, sus asociaciones,
organizaciones, grupúsculos… mueve mucho el cauce, pero no hay agua en el río? ¿Cómo
es que, si durante décadas, se invierte, se insiste, se forma en esta fe, en
esta ideología, como nunca antes, hay algo mal concebido porque nos movemos menos
que el caballo del retratista?
8. Es
posible que no importe tanto la verdad y, en definitiva, la solución de los
problemas como alcanzar posiciones de presión que llevan a poderes, privilegios
de múltiples índoles?
9. Y así,
¿qué hombre se atreve a decir «esta boca
es mía” (ahora vas y lo dices Sabina) si me amenazan con echarme de mi propia
casa, de mi hogar, de meterme en la perrera sin abrir el pico y fusilarme al alba
sin juicio previo…?
Ya saben lo que cuentan de Diógenes
Laercio, el cínico: cuando todos salían del teatro, acabada la representación,
entonces decidía él entrar… en el teatro… y a la pregunta por el motivo de esta
actitud, él decía que se estaba acostumbrando a ir contra corriente. Ir contra
la mayoría cuando muchos creen que la verdad se constituye a mano alzada… es
tedioso, arduo, agotador… Una vez tras otra en el aparente bucle, de nuevo sube
Sísifo la piedra para que caiga desde la altura antes de lograr llegar a la
cima…
No puedo, ni quiero, defender a La
manada sevillana de los cinco, pero tampoco puedo, ni quiero, respaldar
a esa otra “Nosotras somos tu manada”, que quiere enmendar la plana a los
jueces a golpe de tuit, a base de pancartas, de rostros pintados, de voces…
Solo me gustan las manadas de lobos; las personas así reunidas, con unas y
otras intenciones, se me antojan hatajos de bestias con fines nada limpios. ¡¡Y
dejen que los jueces y la Justicia actúen!!
Tucho Castelo.
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