14 de junio de 2011

(Charlie-salida-11) La felicidad se demuestra andando.

    Querido charlie:

    Retomo la felicidad por donde creo que la dejé. Me pasa a veces como a Santa Teresa cuando escribía, que no recuerdo bien si ya lo dejé escrito arriba, me repito y todo eso. Repetirse no es malo si sirve para recordar, creo yo, vamos.
"The new colt", Loren Entz.
    En medio de esto y aquello ha fallecido Jorge Semprún. No mentiré diciendo que lo siento, pues no fue autor leído por mí ni persona de mi agrado. Reconozco mi irracional rechazo. Ni espero ni deseo ofender al difunto ni a nadie. Como toda vida que se extingue, deja un mundo distinto y en este sentido lo siento, pues luchó por mejorar el patio; aunque pienso que, tras tanto trajín y tanta lucha, el hombre se ha quedado descansando. Por tanto, que descanse, en paz, pero a lo que iba, que nos perdemos. He creído leer u oír que el finado Jorge Semprún afirmaba que Europa nació en los campos de concentración. Y a mí esto me parece indiscutible por erróneo. Demostrable es que lo que hoy somos es una suma que arranca mucho antes de los campos de concentración. A los judíos se les ha perseguido con saña desde que son sobre la tierra. La barbarie humana le abre la cabeza con una quijada de burro a un tal Abel, por cierto: el autor material del asesinato fue su propio hermano, Caín, y se vio movido por algo tan común como la envidia, eso dicen, ya ves qué cosas, Amanda.
    Te digo esto, charlie, porque me sigo preguntando si entenderá por felicidad lo mismo un chino que un japonés o un haitiano o un neoyorquino… Voy a lo que te comentaba de la antropología omniabarcante. Mis conocimientos, mis posibilidades, mi incapacidad… no darían para historiar el centón que supondría mostrar la idea del hombre desde el comienzo, pero algo me sé mover por el pensamiento europeo, occidental…
    Viene al pelo que en cierta ocasión, en un congreso donde participaba, un caballero de cierta universidad que recuerdo, me comentó que yo daba una visión del hombre que incluía la virtud y “la virtud es una realidad cristiana”, me dijo el sesudo doctor. Le comenté a mi hombre que de la virtud ya hablaron precristianos ilustres y, por poner un poner, le recomendé la Ética a Nicómaco de Aristóteles, que siempre alivia mucho.
    Simon Leys en el libro de La felicidad de los pececillos, recién comentado aquí, hace un panegírico de la pereza. Francés no hablo ni escribo ni leo. Al caballero lo leo en español. Querido Leys, la pereza no merece alabanza alguna. La pereza no es inactividad, pero contra ella se levanta la diligencia y 'diligo' en latín es 'amar'. Es decir, el perezoso, el inactivo no puede ser feliz porque no ama. Vuelvo sobre Aristóteles y sobre Leonardo Polo,  ¿Quién es el hombre? El hombre se autoconstituye en el quehacer, en la acción. Ante la duda, sin rima, ¡hazlo!, viene a decir Polo.
    Cierto que el hombre tiende a la homeostasis, pero este equilibrio general es medio para otras metas más propias del ser humano. El animal satisfecho en sus necesidades fisiológicas tendrá una felicidad animal. Si se aburre, se duerme, como mis perras. El hombre sano y de conciencia limpia, dicen, duerme bien. El hombre equilibrado tiende como una flecha hacia el futuro, sale al encuentro del porvenir, se aventura y busca, en ese vivir haciendo, perfeccionarse él y perfeccionar a cuanto le rodea. En ello halla felicidad, charlie, en el quehacer. Es curioso, por tanto, quede aquí escrito que la felicidad, la sensación de felicidad, el sentimiento de estar o ser feliz brota del quehacer del hombre.

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