13 de abril de 2025

532-Guardini, Romano, EL ESPÍRITU DE LA LITURGIA

 

Hacía años que no leía una introducción tan ampulosa, tan barroca y tan pesada como la que he zampado como si de una purga con agua de carabaña se tratara, para abrirme la puerta del libro de Guardini. En varios momentos he estado a punto de saltármela, pues suponía, además de lo escrito, ¡casi la mitad de las páginas del libro del propio Guardini! Deseoso estaba de llegar al texto de este…  El autor de la citada introducción es Ildefons Herwegen “uno de los fundadores y promotores más importantes de la renovación litúrgica en Alemania” y abad de Maria Laach, donde firmó el texto en 1918. Dios lo tenga en el Cielo, añado sin ningún encono.

El escrito de Guardini, según sus propias palabras, es un ensayo y, por tanto, no definitivo. Leo con verdadera vibración y tensión que me lleva más a meditar los párrafos que a pasarlos como meramente leídos. Es cierto que hallo en ellos viejas y queridas ideas de mi vida espiritual, interior, que me han servido en innumerables veces de piedras miliares, de balizas que marcan los bordes del camino en medio de tormentas, tras ventiscas y nevadas…



Así como la vida física se atrofia y peligra, si le faltan las condiciones elementales para su desarrollo o no se observan adecuadamente, lo mismo sucede con la vida del espíritu o de la religión, pues se disgrega, se agota y pierde su vigor y unidad interna. La fe no se pierde como quien pierde el boli, el móvil o las llaves.

Es la liturgia la regulación del trato de la comunidad con el Dios único y verdadero. Para el católico, la liturgia es la lex orandi de la comunidad y la condición radical de toda oración colectiva es que vaya imperada por la razón y no por el sentimiento, les guste o no a quienes de otro modo opinen (?).

En la vida individual, las concepciones, no obstante, tienen un campo mucho más vasto. Las manifestaciones litúrgicas, sin embargo, son los modos propios, públicos y oficiales de la Iglesia que, en modo alguno, pueden verse afectados por la creatividad, digamos, particular o de grupos, pues “La persona o sujeto litúrgico es algo distinto: es sencillamente, la unión de la comunidad creyente, como tal considerada; es, por lo tanto, algo que supera el concepto rígido de un agregado aritmético de individuos; es, en términos definitivos, la Iglesia”. En la Iglesia católica, de modo bien distinto a las protestantes, la comunidad es esencial como unidad, como Iglesia; el protestantismo fomenta, por el contrario, una liturgia que gravita más sobre el individualismo. Lo antedicho puede aplicarse concretamente cuando se trata de la vida espiritual, regularizada, de una colectividad; pero cuando se trata de una muchedumbre y por consiguiente de las prácticas, ejercicios y oraciones que regulan de un modo constante la piedad colectiva, entonces se convierte en cuestión primordial de existencia para la vida de la comunidad el que las leyes fundamentales y básicas de la vida normal del espíritu, natural y sobrenaturalmente considerada, tengan o no validez.

Guardini no se anda por las ramas ni por los vagorosos andamios de las flores: “La prueba de esta tendencia natural al sentimentalismo, la tenemos en las manifestaciones frecuentemente empalagosas e insulsas del arte religioso popular: basta parar la atención en muchas estampas; imágenes, estatuas y oraciones de uso frecuente entre las gentes del pueblo. No cabe duda de que el pueblo está capacitado para apreciar las manifestaciones del arte vigoroso y sublime, como nos lo atestigua toda la Edad Media y, en nuestros días, por ejemplo, lo denuncia el éxito logrado por las magníficas pinturas de un Gebhard Fugel; pero queda siempre el peligro de dar en la desviación artística o degenerar en empalagosas delicuescencias y blanduras. Lo mismo puede observarse en los cánticos y melodías preferidos por el pueblo y en otra serie de cosas semejantes”.

Demasiado prolijas algunas de las explicaciones de Guardini por capítulos o párrafos. Honduras que vendrán al caso, pero acercan por lejanos arcanos que a este lector se le hacen fastidiosos. El libro de Guardini precede y es el antecedente del libro de Ratzinger, mas me quedo con este por su cercanía, claridad… Sin duda también, es cierto, siento emoción ante algunas realidades que Guardini explica porque nunca antes las había meditado y visto desde los ángulos que él aporta.


1 de marzo de 2025

532- Musu, Ignazio: CHINA CONTEMPORÁNEA



Decía la vieja Celestina que, la mayoría de las veces, las prisas trenzan las cuerdas donde nos ahorcamos, o algo así. Pues eso es lo que me ha sucedido con este libro. Lo compré al hilo de una supuesta necesidad urgente, ¡que no lo era en absoluto!, y me he leído algo más de cien páginas del libro, sin mirar siquiera el índice ni leer la contraportada…, es decir: sin prudencia.

Empezó el libro con una síntesis muy escueta de la historia de China, algunos detalles. Esperaba que páginas adelante se ampliarían y detallarían en aspectos de la sociedad china. Falso. Páginas tras páginas me tropezaba con explicaciones de economía chinesca: planes y evoluciones desde comienzos del siglo XX, pasando por la economía comunista y centralista del partido comunista hasta llegar a una economía de mercado que no se atreven a calificar de capitalista. El Estado aún tiene grandes participaciones de acciones en las empresas no sé si estratégicas o sencillamente grandes… Todo cuanto en el libro se nos cuenta termina en torno a los comienzos del siglo XXI, con lo cual nos quedamos a las puertas de Xi Jinping y los años posteriores.

He entendido, porque ciertamente el libro se lee muy bien y las explicaciones son accesibles para un lector común, como lo soy yo, el paso que se produce de una economía basada en la agricultura a una economía industrial, insisto, de corte capitalista sin serlo del todo… Cómo las pequeñas explotaciones agrícolas se van transformando en empresas y pequeñas fábricas de componentes industriales que no solo abastecen a los mercados inmediatos y que sirven al Estado que reclama su parte, sino que existe un espacio donde poder comerciar con “excedentes” empresariales que enriquecen e ilusionan a los trabajadores y pequeños empresarios. Se citan, de paso, los chanchullos que enriquecen a los gobernantes, lo que no es novedad, pues se da por doquier: si el estado mueve mucho dinero, los ladrones acuden a donde este fluye y de donde se puede despistar para alzarse ellos con el santo y la limosna.

Las cifras en que se manejan allá son impresionantes: los habitantes, las producciones, las distancias, etc.

Sin duda el pato de un crecimiento económico como el chino, muy próximo al adjetivo desbocado, es el medio ambiente que recibe un daño terrible, ¡como el recibido en los países industrializados del primer mundo, pero con dos siglos casi de retraso! El daño a la Naturaleza es el retroceso necesario de todo progreso tal y como nos lo hemos planteado para arrasar la tierra, como explicaba Delibes y yo trabajé en la tesis que hace muchos años defendí. “Aluengo de menda el deluvio”.

Concluyo: no esperaba ni deseaba tanta economía ni creí que todo el argumentario terminara en esta obra en el año 2005: La prudencia es la auriga virtutum. Por lo demás, he pasado un rato agradable con esta obra que está escrita sin complejidad y con claridad.

16 de febrero de 2025

531-Martí García, Miguel Ángel, LA INTIMIDAD

  


Conocí al autor hace muchas décadas. Entonces no había escrito este libro ni ningún otro que yo supiera. Daba clase de Filosofía en un instituto de Córdoba. Persona amable y educada. Buen conversador. Culto y sosegado: sin aspavientos. Guardo excelente recuerdo de él y algunas anécdotas que nos contamos entonces sobre el oficio y la vida. Le guardo aprecio.

Cuando supe de este libro lo compré de inmediato. Se repitió lo que ya he escrito por aquí alguna vez. Era mi intención leerlo pronto y sin embargo han pasado décadas hasta que le ha llegado el momento: esto pasa invariablemente con los conocidos o amigos que escriben. Ciertos ejemplos que el autor pone en esta obra se quedaron ya fuera de juego. No aparecen los móviles y sus secuelas: ¿cómo imaginarnos hoy el mundo sin un móvil en una mano? No hay ordenadores… ¡por Dios! En fin…

El libro, al margen de estas minucias que apunto, da en la diana de la mejor antropología y de ella parte para escribir sobre la intimidad y todas la realidades que la rodean y afectan. Escribe Miguel Ángel pequeños artículos sueltos que se van engarzando y relacionando más o menos próximos, pero siempre próximos con el título que lleva el libro: la intimidad.

Esta realidad anda moribunda, cuando el pudor y la modestia se las llevó la trampa, cuando la arrogancia y la espontaneidad grosera tomaron la plaza púbica por doquier. Vulgaridad, ordinariez prostibularia… Da igual. Miguel Ángel desde un conocimiento profundo, meditado, experimentado en él y en otros, desde el sentido común escribe un libro que invita a meditar sobre esas realidades inherentes al ser humano de los que no puede deshacerse y que, si cualquiera rasca un poquito en su mundo interior, si aparta la superficialidad y la chabacanería, hallará esos resto de sí propio que lo conducen a un mundo interior insobornable.

Me resulta curioso, y con esto acabo, las imágenes, tan románticas, traídas de la naturaleza de las que se vale el autor para apoyar sus afirmaciones y sus explicaciones.

Gracias por este regalo que acojo con retraso, pero con sumo agrado.

28 de enero de 2025

 Ratzinger, Joseph, EL ESPÍRITU DE LA LITURGIA, UNA INTRODUCCIÓN


Hace muchos años leí con mucho afán la obra Iniciación a la liturgia de la Iglesia. Solo recuerdo el libro y nada absolutamente de su contenido salvo mi sorpresa que, por lo visto, no me llevó a aprender nada de nada. Lo siento.

Tampoco recuerdo ahora de dónde saqué la idea de leer esta obra de Ratzinger que leo y casi medito. El asombro, ahora, me lleva a releer, meditar y darme cuenta que ni aprendí nada en aquel entonces y poco sé ahora. Dios se me antoja tras la obra del Papa teólogo como una realidad personal, paterna, pero a quien no conozco apenas, a quien he tratado mucho, pero no me he enterado de que Él es una otredad tan ajena a mí que, por mucho que me acerque a su persona en el Hijo, es más una intuición lo que de Él tengo que un conocimiento. Sé de él por analogía. Comprendo quizá por primera vez de forma fehaciente y casi palpable qué sea la humildad: la distancia entre Dios mismo y el hombre. Por primera vez, tras leer este libro he comprendido, creo, qué sea el “temor a Dios”: es cercanía a una realidad, insisto, personal pero tan cercanamente distinta a mí que se me caen los tres palos y medio que tenía puestos en el tenderete de mi vida interior. Busco y no hallo caballo: no, no me ha caído de ningún caballo, pero tengo esa sensación. Tengo la seguridad de mirar un Mediterráneo que creía conocer, donde disfruté, me enfadé, traté…, he vivido, pero que ahora miro desde una perspectiva absolutamente nueva para mí.

Supongo que todas las almas, como toda persona, necesita… como toda persona en sus distintas edades de unos alimentos también distintos dependiendo también del momento, necesita un tratamiento distinto, un trabajo diferente. No conviene que el bebé ingiera manzanilla de Sanlúcar y langostinos de su costa… Buenos son, pero inadecuados. Las almas, una a una, las personas, una a una, todas somos diferentes y requieren y requerimos un troquelado y un tratamiento distinto según las edades. Tampoco el jamón de pata negra, que tan bien me sienta, es adecuado para el bebé. Da igual, no me molesto en mirarlo, creo que fue Chesterton quien dijo que Dios solo sabe contar hasta uno y ahora, también, esto lo comprendo mejor. Usted y yo somos distintos. No descubro otro mediterráneo: miro el mismo mar desde otra perspectiva. Usted y yo lo tenemos delante y lo vemos de distinto modo. Es lo que hay.



Ignoro si su realidad espiritual, sí, la de usted, lector, tomará una dimensión distinta tras hacerse con el libro de Ratzinger y leerlo y meditarlo ¡o no!, pero le digo el efecto causado en mí este libro cargado de sabiduría y de detalles que alguna vez sospeché y otros nunca hubiera imaginado que existían, para mí y para la comunidad de creyentes que es la Iglesia en la que creo. Afirma el autor “en este sentido, la formación litúrgica actual de los sacerdotes y de los laicos tiene un déficit que causa tristeza. Queda mucho por hacer”.

De momento me dispongo a releer el libro e intento reparar mis deficiencias.

* * *

La primera vez que hago algo así en mi vida. He releído algunos libros: no muchos, es la verdad. El Quijote quizá el que más; libros de Delibes por motivos de la tesis que hice sobre su novela… Mas nunca hice lo que con esta obra de Ratzinger: terminé de leerla y me volví al principio. La he vuelto a releer y meditar en muchos de sus párrafos. Me impresionó en mi primera lectura y en la segunda no he dejado de aprender, de hallar nuevos perfiles… ¡Espléndida obra!


AVISO