De haber conocido antes este
nombre, Aroldo, lo habría incluido en una novela. Busco a este santo y lo
encuentro escrito con “h”, que no sin ella.
Mi general, las Fuerzas
Armadas de España, a las que pertenecí durante 437 días, sirviendo, decían a
España y a mi rey, en Infantería de marina, donde fui condecorado, hoy por hoy
tengo la triste impresión de que son una grande y poderosa dependencia más del
Estado, llena de funcionarios, que no de guerreros, de acomodados burgueses que
se visten de militares de 08:00 a 14:00 y a casita a almorzar y a echar la
siesta. ¡Y que la Pájara no nos incomode!
El patriotismo es hijo de la
piedad. Esta y aquel han desaparecido: no existen. Las virtudes, de las que
apenas sabemos nada la inmensa mayoría, son motivo de mofa y burla: nos reímos.
¿Qué decir del patriotismo? Pues que ha quedado reducido en muchos casos
exclusivamente a un patrioterismo de bandera de España en el coche, en la
solapa o a una pulserita que quiere decir algo… que ni quienes la llevan lo
saben, me temo.
Las virtudes, también las castrenses,
usted sí debe de saberlo, se cultivan, se ayudan a acrecentar o se pierden,
desaparecen… Cuando no se avanza se retrocede, decía un
sabio, san Agustín. ¿Quién se atreve a hablar de honor sin guasearse?
¿Quién de valor
y el espíritu de sacrificio por los demás? ¿¡Estamos locos!? Quien se sacrifica
por los otros es un tonto, un bobo de baba…, un memo que ignora de qué va esto.
“¿Adónde vas Fulanico?”, pregunta. “A mí avío”, responde; y a su vez pregunta,
“¿Y tú?”…, y responde por último: “Yo al mío”. ¿Acaso los militares, fuera de
la compañía a la que pertenecen, muestran su lealtad, su disciplina, su amor a
los mayores y a la patria? ¿La patria?
Están llenos los cuarteles de muchos
estudiantes fracasados, incapaces de terminar no ya un bachillerato, sino una
secundaria, que no teniendo mejor lugar donde dejarse caer, se apuntan al
rancho militar de los garbanzos y a la nominita que les ayuda a salir adelante
como ciudadanos dignos, que, seguro, lo son.
La bandera de España, orgullo de tantos
españoles de bien -¡se ríen cuando oyen decir “personas de bien” quienes son
unos canallas y desecho de cloaca!-, se ha convertido en enseña y símbolo de
ideología de derechas…, debiendo de serlo de todos los españoles.
Mi general, no basta con un desfile de las
fuerzas armadas una vez al año, o el día de los cuarteles abiertos, o como se
llame el paripé… Me temo, insisto, mi general que esta batalla la han perdido
ustedes porque la hemos perdido todos… ¡si es que no hemos perdido la guerra!
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