22 de noviembre de 2021

ANTONIO ALCALÁ VENCESLADA- 04

Baltanás, Enrique 

LOS MACHADO. UNA FAMILIA, DOS SIGLOS DE CULTURA ESPAÑOLA


Casi sería lo suyo por el modo es que está constituida la obra, hacer un resumen de cada uno de los Machados de los que aquí se escribe: Antonio Machado y Núñez, el abuelo de la estirpe; Antonio Machado y Álvarez, Demófilo, el padre los conocidos como los Machado: Manuel y Antonio Machado Ruiz, los poetas… Hacerlo así, sin embargo, rompería la unidad y sentido procurado por Baltanás.

Me recomendó hace mucho tiempo este libro Bernardo Munuera, pero le dije que, si bien era de mi interés, no disponía de tiempo para leerlo entonces. Ahora llegó por vía del trabajo sobre Alcalá Venceslada, pues las vidas de los Machados y las de este otro Antonio, Alcalá Venceslada, se solapan en Sevilla y se cruzaron con muchos amigos comunes tanto en la ciudad andaluza como en la capital de España, especialmente con Francisco Rodríguez Marín muy amigo del jaenero y también, entiendo, de Manuel Machado, bibliotecarios los tres.



Enrique Baltanás ha dirigido esta obra con el talento y la mesura de quien dando en justicia a cada uno lo suyo, no le ha importado escribir con claridad lo que pensaba, aun en contra de corrientes consolidadas, y con una melodía de fondo que resume en el epílogo de la obra.

Lo más común será que el lector mejor conozca al poeta Antonio Machado y desconozca todo o casi todo de su abuelo, Machado y Núñez, de quien se sabe su adhesión, ahora aprendo que solo relativa, a los fundadores de la Institución Libre de Enseñanza y a esta, que el lector algo sepa del Demófilo, padre y folklorista, es posible que también otro poquito de Manuel Machado, hermano siempre del poeta, del Machado por antonomasia… y nada de sus hermanos menores José (Sevilla, 1879-Santiago de Chile, 1958), Joaquín (Sevilla, 1881-Santiago de Chile, 1955), Francisco (Sevilla, 1884-Santiago de Chile, 1950). Si he leído dos o tres biografía del Machado por antonomasia, Antonio Machado Ruiz, es cierto que no hubiera sido capaz de decir nada de los tres hermanos menores, salvo que uno de ellos, José, lo acompañó en su huida de Madrid a Valencia y a Colliure y que pintaba; de los otros dos… nada de nada.

Cruzan los Machado como familia de cultura el siglo XIX y la mitad del XX, principalmente los Machado a quienes Baltanás le dedica la mayoría de sus páginas. Se equivocaría el lector que buscase tres o cinco biografías superpuestas…, aunque el algún momento lo parezca, pero si es así no es sino porque necesita Baltanás suturar la continuidad en el núcleo de cultura familiar común que se establece desde el abuelo a los nietos. Juaristi, prologuista de la obra, señala como rasgos distintivos de la estirpe: una verdad familiar profunda: “la de una tradición deudora al mismo tiempo de la virtud republicana, jacobina, y de la intemperie espiritual de los cristianos nuevos portugueses”. (p. 14) y se refiere a ellos como “estirpe de estos raros ingenuos, bondadosos, liberarles eternamente palingénicos doceañistas” (p. 14). Baltanás, ya en la página 416, en el EPÍLOGO, afirma: “Pero si hay un rasgo que los defina a todos es su hombría de bien. Se dirá que esto no es un valor cuantificable, que acaso no sea un valor. Pues démosle otro nombre: la bondad. No fueron santos, pero fueron buenos”, complicadas afirmaciones, si se me permite, para acotar y definir tantas vidas distintas, durante tantos años, un siglo.



Es la obra larga y densa, para mí interesante por lo leído de los Machado, marginal para el trabajo de investigación que entre teclas me traigo. Me ha interesado en desinterés por los toros de Manchado y Núnez, que es cuasi fervor en Manuel Machado; todo lo referido al folklorismo de Machado Álvarez es de sumo interés para mí, y sus disquisiciones sobre el flamenco, sus disquisiciones sobre lo andaluz y los andaluces, así como su correspondencia con Rodríguez Marín… Me gustó el valor de Baltanás por ir contra el sentir de muchas décadas entre estudiosos, profesores, ignorantones y papanatas que hicieron de Antonio Machado el santo laico, patrón de los poetas, el poeta español por antonomasia: “No es extraño así que un crítico actual, exagerando hasta la caricatura, pero dando un fiel testimonio del ambiente, haya podido escribir que para los escritores últimos, «Antonio Machado es un poeta que se lee en el BUP, al que canta Serrat y al que citan mucho los veteranos del 68 y los políticos socialistas: una polvorienta reliquia». No parece, sin embargo, que sea exactamente así (aunque así sea también)”; con toda humildad me sumo a Baltanás a quien tal escribió o dijo, salvo que siempre se ha leído en COU o 2º de bachillerato… ¿Qué habría sido de él y de Unamuno y de Juan Ramón… si no los hubiéramos intentado explicar y leer en esos cursos? ¿Qué será de ellos en los próximos años? ¿Quién lee a Salinas, Guillén, Lorca, Cela, Delibes, García Hortelano, Laforet…?, ¡pero esa es otra guerra que no otra batalla! Permítame que vaya concluyendo: me ha gustado especialmente lo escrito de Manuel Machado que me ha invitado a comprar dos libros de este y sobre este…

 

Sin duda, considero, Bernardo Munuera tenía razón: el libro es largo e interesante para contemplar una perspectiva sugestiva de un siglo de cultura a través de una familia, los Machado.

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