Desde mi perspectiva.
EL PAÍS 05 JUL 2020
Descifrando a Fernando
Simón: “No podía perder la calma”
Es el hombre sobre el que han recaído todos los
focos durante la pandemia en España. Ha explicado la crisis atrayendo a tantos
detractores como seguidores. El responsable del Centro de
Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias es
un médico zaragozano de 56 años que llega cada mañana en moto al Ministerio de
Sanidad. Y asegura que cuando habla, no lo hace pensando en los
periodistas, sino en la gente.
El
señor Simón ha quedado en el imaginario colectivo de los españoles como el
dueño de las mazmorras… Un tipejo despeinado, como casi todos los que lo veíamos,
vestido de trapillo, como casi todos los que lo veíamos, que nos hablaba de una
realidad que amenazaba nuestras vidas. Poco a poco él y nosotros aprendimos a
dibujar al enemigo.
Hace
unos días recibí un vídeo de Julio Montero, donde explica la importancia capital
de la comunicación entre las personas. Esencial esta en la interdependencia del
“bípedo implume”, del zoon politikon. Toda comunicación enseña el profesor
Montero tiene tres finalidades: informarnos, persuadirnos y divertirnos.
Asocio
estas dos informaciones que me llegan. Descarto absolutamente que los fervorines
de Simón tuvieran algo divertido: ciertamente, por el temario no venía al caso,
aunque, a lo mejor, este señor es muy simpático… Explica Montero que la persuasión
es pura manipulación de lo que se cuenta, pues todo aquel que
informa –yo lo hago ahora- selecciona una serie de elementos significativos a
los que se da traslado para que sean aceptados por el receptor de mi mensaje.
Cierto que el término manipulación tiene un tufazo peyorativo apestoso. Montero
explica que también existen aquellos que hacen de la persuasión tal manipulación
y dan tal sesgo a su comunicación que la sitúan de lleno en la tercera acepción
del término, según la RAE: “3.tr. Intervenir con medios hábiles
y, a veces, arteros, en la política, en el mercado, en la información, etc., con
distorsión de la verdad o la justicia, y al servicio de intereses particulares”.
Me da igual que este Simón vaya en
moto, que tenga mi edad y que… para mí ha sido un instrumento del Gobierno al
servicio de una vil manipulación, como después se ha demostrado contrastando lo
que decía con la realidad.
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